La inauguración del Gasoducto Norte representa un hito clave en la infraestructura energética de Argentina, ya que permitirá sustituir el gas importado de Bolivia con gas de Vaca Muerta, uno de los principales yacimientos de hidrocarburos no convencionales del país. Este cambio es significativo, ya que, además de reducir la dependencia de importaciones, posibilita el desarrollo de exportaciones de gas hacia Brasil, lo que fortalecería la posición de Argentina como proveedor de energía en la región.
La obra tuvo una inversión de US$740 millones, mayormente financiada por un préstamo de US$540 millones del Banco de Desarrollo para América Latina (CAF). Licitada durante el gobierno de Alberto Fernández y finalizada bajo la administración actual, la obra no solo responde a las necesidades de gas de las provincias del norte, sino que también aliviará el sistema de transporte desde Vaca Muerta, lo que contribuirá a optimizar el flujo de gas en todo el país.