viernes, octubre 4, 2024
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Derecho a la vida y privilegios

Asesinaron a Fernado.

Diez varones participaron del asesinato.

Diez varones ahora son lo que dice la indignación y lo que dirá la justicia.

Pasaron 20 días del 2020. Y ya hay un joven asesinado.

Y diez nuevos asesinos. Y millones de espectadores.

Y algún testigo.

El de Fernando,  como todo asesinato,  es indignante.  Manifiesta que nuestra especie es capaz de asesinar. De hacerlo organizada y racionalmente. Sin convertirse en una bestia animal. Bestia,  que por lo demás,  solo mata para comer o para que no la coman.

Si este año no es peor ni mejor que los anteriores,  al 20 de enero ya murieron asesinadas 90 personas. 75 de ellas varones. 30 entre 20 y 25 años. Se perdieron tantos años de vida, dirán las estadísticas. Se transformaron historias de vida dirán los vivos y callarán los muertos.

Pero de todas estas muertes solo  algunas reúnen la condición de espectáculo.  Solo algunas dan lugar a millones de espectadores que alcanzan este estatus fácilmente. Expectantes, solo se dejan afectar. A veces… manifiestan su aprobación o su  rechazo. Otras tantas siguen al siguiente posteo servido en bandeja.

Lamentablemente para los deudos de Fernando, la suya fue una muerte espectacularizada. Al infinito dolor de esa pérdida, se sumará la repetición interminable  del momento más inefable y la proliferación de discursos de todo tipo. Incluso este. 

No obstante,  quiero asumir la responsabilidad de decir. De expresarme  con la esperanza de clarificar las ideas de quienes queremos ser dignos de nuestra humanidad. Con la esperanza de que estas reflexiones nos permitan transformar esta realidad signada por el desprecio a la vida y el rechazo a la auto limitación.

Se dice manada de machos, jóvenes   borrachos, rugbiers oligarcas, con  voluntad de explicar la realidad y dirigir el actuar punitivo y  restaurador de un orden social inequitativo.  

Pero en ese decir, se obscurece la responsabilidad social en la construcción de géneros hegemónicos y sub alternos, en la gestión de  políticas de educación y cuidado de la   juventud  y en la visibilización de la iniquidad estructural del capitalismo y la acumulación financiera.

Podemos transformar esta realidad. Si asumimos nuestra responsabilidad en la construcción  de identidades de géneros.  Si ejercemos nuestro derecho a una educación sexual integral. Si, finalmente, incluimos el respeto a la vida en todas sus formas y reconocemos a los derechos de otros sin necesidad de que limiten la expansión de los nuestros antes de que se  transformen en privilegios.

Si asumimos nuestra responsabilidad, quizás no terminemos este 2020 con 1641 personas muertas. 1.362 por homicidio. 279 por femicidio.

Giancarlo Quadrizzi Leccese.

Lic. en psicología y especialista en psicología comunitaria.

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