El descenso del consumo de carne vacuna en Argentina refleja el impacto profundo que las políticas económicas recientes han tenido en los hábitos de los ciudadanos, incluso en un sector tan arraigado como el consumo de carne, tradicionalmente central en la dieta argentina. La contracción del 11,3% en el consumo en los primeros nueve meses de 2024, según la Cámara de la Industria y el Comercio de Carnes y Derivados (CICCRA), no solo muestra una caída en la demanda de este producto, sino que también señala un cambio en el poder adquisitivo y la capacidad de los consumidores para acceder a bienes básicos.
La cifra del consumo per cápita de 46,8 kilos por persona es particularmente preocupante, ya que marca el nivel más bajo en 26 años. Esto sugiere que los argentinos han tenido que hacer ajustes significativos en sus dietas, probablemente sustituyendo la carne por otras fuentes de proteína más accesibles o reduciendo su ingesta de proteína animal debido a la inflación y a los efectos de la política de ajuste económico. La reducción de 6,6 kilos por habitante en comparación con el año anterior también pone de relieve la magnitud del cambio en el consumo.
Este fenómeno puede estar vinculado a una combinación de factores, como la inflación, la devaluación del peso, el aumento en los precios de los productos básicos, y las políticas de ajuste fiscal, que están afectando tanto a los productores como a los consumidores. La industria cárnica enfrenta el desafío de adaptarse a esta nueva realidad, mientras que los argentinos buscan nuevas formas de mantener su alimentación en un contexto económico difícil.