La nueva resolución de la Comisión Nacional de Valores (CNV) que permite a niños a partir de los 13 años invertir en acciones, criptomonedas y otros instrumentos financieros es una medida inédita en el ámbito financiero y ha generado un gran debate.
Por un lado, desde el sector financiero, algunos actores celebran la iniciativa como una forma de fomentar la educación financiera desde una edad temprana y de permitir a los jóvenes familiarizarse con el funcionamiento de los mercados de capitales. Al tener acceso temprano, los niños pueden aprender a gestionar sus inversiones, asumir riesgos calculados y entender mejor la dinámica del ahorro y la inversión, algo que podría formar una generación más consciente en temas económicos y financieros.
Sin embargo, esta decisión ha generado preocupación en otros sectores de la sociedad. Algunos argumentan que los niños de esa edad podrían no tener la madurez necesaria para manejar este tipo de herramientas de manera responsable, especialmente cuando se trata de activos volátiles como las criptomonedas. Además, existe la inquietud de que esta flexibilización pueda exponer a los menores a fraudes, pérdidas financieras significativas o prácticas comerciales no éticas, lo que podría tener un impacto negativo en su desarrollo emocional y financiero.
La normativa también puede ser vista en el contexto de una creciente tendencia hacia la digitalización de la economía, con el acceso a las inversiones globales siendo más accesible a través de plataformas en línea y apps financieras. Sin embargo, la falta de educación financiera generalizada y adecuada en el sistema educativo tradicional plantea un desafío para asegurar que estos nuevos inversionistas cuenten con el conocimiento suficiente para tomar decisiones informadas.