El Hospital Garrahan, principal centro pediátrico del país y referente regional en atención infantil, atraviesa una crisis sin precedentes. En el último año y medio, más de cien trabajadores renunciaron por los bajos salarios y las condiciones laborales, según denunciaron desde la junta interna de ATE.
La situación llevó a una reducción del 50% en la capacidad de atención médica y a la limitación de turnos en todas las especialidades pediátricas. También se restringió el funcionamiento de la farmacia del hospital, luego de que siete farmacéuticos dejaran sus cargos.
Estaba previsto un paro para el jueves, en reclamo de mejoras salariales y recursos, pero fue suspendido tras la intervención de la Secretaría de Trabajo, que dictó la conciliación obligatoria.
“En el último año y medio, más de cien profesionales renunciaron. El gobierno otorgó aumentos del 1% mensual, muy por debajo de la inflación”, explicó Alejandro Lipcovich, trabajador del hospital y delegado de ATE.
Actualmente, un médico residente que trabaja 70 horas semanales cobra alrededor de 700 mil pesos, mientras que un enfermero con diez años de antigüedad percibe cerca de 900 mil. Ambos sueldos se ubican por debajo de la línea de pobreza para una familia tipo.
“La intención del gobierno es explícita: buscan reducir al mínimo la responsabilidad del Estado en la salud pública. El ministro Mario Lugones fue muy claro en ese sentido”, sostuvo Lipcovich.
Desde los gremios advierten que, de no revertirse la situación, el funcionamiento del Garrahan seguirá deteriorándose, afectando la atención de miles de niñas y niños de todo el país que dependen del hospital.